La planta baja: una intersección entre el edificio y la ciudad
Reflexión extraída de la revista DPA, nº 21, Cota Zero.
La planta baja es el espacio que define el punto de
contacto entre el edificio y el entorno urbano que le rodea.
Entendemos un edificio residencial mediante su planta
tipo, sus leyes de composición o de la estructura, como la lógica vertical del
edificio, un sistema que se podría repetir indefinidamente en vertical pero que
se ha de transformar al contactar con el plano horizontal del suelo.
De aquí derivan los cambios de uso que se producen en la
planta baja, los programas comerciales o las actividades colectivas, sin
olvidarnos del papel del vehículo, que suele ser difícil de relacionar con el
edificio.
Un aspecto muy importante que atañe a los edificios
residenciales es la transición del espacio exterior al interior o privado. Algunos
de los mecanismos de aproximación con los que se puede abordar son la
percepción lejana del acceso, los cambios de cota o los espacios intermedios.
En el Pabellón
Suizo de Le Corbusier en París,
el espacio continuo en planta baja hace que se relacionen el entramado
estructural de pequeña dimensión de las plantas superiores con seis únicos
“pilotis” que soportan el edificio, permiten la continuidad del terreno y se
convierten en elementos protagonistas del espacio.
El espacio generado es un lugar dinámico de paso y al
mismo tiempo es un lugar para estar, pudiéndose utilizar como prolongación del
vestíbulo. Lo trata como si de una estancia más se tratase, ya que sobre el pavimento
aparecen dibujados elementos de mobiliario, y mediante los límites del
pavimento se enfatiza el acceso o se recoge la llegada de los pilares.
El proyecto de viviendas de Alvar Aalto en Berlín, en el
barrio de Hansaviertel. El edificio se organiza mediante dos núcleos de
viviendas unidas por un espacio que, en primer lugar, mejora las condiciones de
la parte posterior haciéndola más permeable al exterior. La flexión resultante
de la conexión acentúa el carácter principal de la fachada oeste, que acoge al
visitante al mismo tiempo que facilita la disposición resguardada a Sur en una
de las esquinas de las grandes terrazas que tiene cada vivienda.
Al acercarse al edificio se percibe la planta baja libre
algo elevada del suelo. Este desnivel otorga mayor privacidad a las viviendas
situadas en este nivel y acentúa el recorrido hacia el acceso mediante la
rampa.
El vestíbulo se abre
al exterior por dos de sus lados y a través de los otros dos se accede a los
núcleos de comunicación. Su forma y dimensión es debida a que corresponde al
espacio que ocupan las dos viviendas centrales de las plantas superiores. Se
establece una clara jerarquización de la entrada principal mediante una rampa y
la entrada secundaria que se bifurca en dos aprovechando la topografía del
lugar.
A diferencia del
Pabellón de Le Corbusier, la planta baja del edificio de Aalto es claramente un
lugar de paso y su pavimento de adoquines en continuidad con el exterior nos lo
indica explícitamente.
Al estar en un
lateral la rampa, obliga al visitante a tener una visión en escorzo del alzado
Sur, que permite entender la disposición de las terrazas.
Actualmente hay un
desinterés de nuestra sociedad por lo público, hay un abandono de aquello colectivo,
y por consecuencia, una desconsideración por parte de los arquitectos hacia
factores como los que se tratan con seriedad en los anteriores proyectos.
Las cuestiones
derivadas de la relación entre el edificio y el terreno son muchas veces
ignoradas. Para establecer una complicidad con el lugar habrá que tener una
actitud que querer atender a las cuestiones que derivan del contacto con el
suelo.
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